domingo, 1 de marzo de 2015

El Día de la Mujer Trabajadora en la UAM

Parece ser que los jóvenes nacimos en una época de “democracia” e “igualdad”, pero entonces, ¿a qué se debe tanta violencia hacia las mujeres?, ¿de dónde surgen las cifras de violencia de género entre la juventud?; ahora que la mujer tiene más derechos legales que antes, ¿qué es lo que falla? Las cifras de violencia de género entre la juventud son aterradoras, y lo son aún más si le sumamos el conjunto de la población femenina.

En todos los ámbitos de la sociedad podemos presenciar cómo se ejerce violencia hacia las mujeres: lo sufrimos en la calle, en nuestras casas, en los centros de trabajo y, claro está, en los centros de estudio. Es aquí donde las mujeres nos formamos para saltar al mundo laboral, donde sufriremos los trabajos precarios, la discriminación, la opresión, y la desigualdad que, unido a la falta de recursos sociales, no hará de nuestra vida algo fácil. Nosotras sufrimos duramente la crisis y la privatización de los servicios públicos, donde el progresivo aumento de las tasas en la UAM y en el resto de universidades públicas expulsará paulatinamente a la clase obrera de la universidad.
Dentro del mercado laboral, las cifras nos anticipan que ocuparemos trabajos feminizados o trabajaremos por un salario inferior al de los hombres realizando el mismo trabajo, y eso si trabajamos. Esto, junto al trabajo doméstico, gratuito, nos convertirá en elementos clave para engordar las cifras de pobreza femenina.

Las propias instituciones ideológicas, como es la UAM, tienen una postura clara frente a este asunto. El día 8 de marzo, tanto la UAM como otras instituciones dentro del Estado Español, preparan como de costumbre diversos actos y eventos para celebrar el “Día de la Mujer” o, como lo denomina la UAM, el “Día Internacional de las Mujeres”. En estos eventos centran su reivindicación en la igualdad de género pero, ¿acaso todas las mujeres se encuentran en la misma situación? Desde luego que no. Sin embargo, en ninguno de sus actos realizarán un análisis completo de la situación de la mujer y sus causas, sino que nos perderemos entre palabras y frases abstractas sobre la “igualdad”, la “tolerancia” o el “respeto”, dándonos a entender que ya estamos emancipadas.

En el caso de nuestra universidad, la conmemoración de este día responde al I Plan de Igualdad de la UAM, aprobado por el Consejo de Gobierno en el año 2011, y la celebración de los actos corre a cargo de la Unidad de Igualdad, una unidad contemplada por la ley como una obligación dentro de las universidades españolas, quien se encarga de organizar año tras año una “celebración” de esta fecha. Sin embargo, este año volverán a repetir lo que dijeron años anteriores a pesar de que en este curso académico la universidad pública, y en concreto nuestra universidad, se encuentre en una situación diferente. Tenemos muy reciente el conflicto de la cafetería de la Facultad de Psicología, que supuso un duro golpe para estos trabajadores y trabajadoras, además de la lucha ejemplar e incesante de las trabajadoras de la limpieza. Y esto son solo ejemplos de la amenaza que las empresas privadas suponen para los trabajadores de los centros de estudios, pues en todos los ámbitos de la sociedad el capitalismo saca sus garras.  La crudeza de este sistema está muy presente en la universidad, en la cual muchos trabajadores y trabajadoras se encuentran en una situación de progresiva precarización donde el decreto del 3+2 supone un ataque directo para todo este sector de la universidad. Pero ninguno de estos casos va a tener protagonismo en esta fecha.

De esta forma, vemos cómo las tendencias pequeñoburguesas han penetrado en los muros de la universidad y ha provocado una desvinculación total del 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora, con la clase trabajadora y, en especial, con la clase trabajadora de esta institución.  Como comunistas, es nuestra responsabilidad analizar las condiciones materiales que han propiciado esta desigualdad. Además, debemos visibilizar y denunciar todas las actitudes machistas y reivindicar el 8 de marzo como el Día de la Mujer Trabajadora.


No debemos luchar únicamente por conseguir una igualdad formal, sino que hay que conquistar la igualdad económica y social pues, como dijo Lenin, “la libertad ante la ley no es la igualdad en la vida”. Como hemos podido comprobar, la democracia no ha suprimido la opresión de clase, ni tampoco la opresión de género. En la única democracia en la que debemos creer es en aquella que libere de la opresión a toda la clase obrera y, por ende, a la mujer trabajadora. Por ello, no podemos separar la lucha por la emancipación de la mujer de la lucha de clases. Nuestra reivindicación por la emancipación de mujer debe convertirse en una reivindicación obrera, donde hombres y mujeres libren esta batalla con el objetivo de construir con sus propias manos la sociedad socialista que dará paso a la emancipación de la mujer. Y para ello no existe otra alternativa que la organización y la lucha. Nosotros, los estudiantes, debemos situarnos junto a la clase obrera manteniendo como ejemplo a aquellas obreras que han luchado y luchan por el derrocamiento del capitalismo y el patriarcado. La estrategia es clara: unir las luchas para organizar victorias



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